sábado, 22 de enero de 2011

Muchas personas hablan del destino y de coincidencias. Varias consideran que el camino ya está escrito y que sólo depende de la mínima parte de nuestra intención para no perderse entre las millones de decisiones que hacemos por minuto.

Otras creen dominar esos temas como si supieran seguramente de lo que tratan. Pero la verdad es que la mayoría de experiencias que vivimos no las podemos catalogar en ninguna de las opciones.

Nadie sabe lo que sucede en esta vida que muchas veces encontramos injusta y bella a la vez. Nadie conoce lo que está verdaderamente detrás de cada momento que enfrentamos. Lo que sí sabemos es que existe algo que nos empuja a hacer y determinar por dónde queremos ir y aunque esto no se pueda explicar exactamente, sea pura intuición o no, lo sabemos porque nos llena totalmente.

Un segundo de amor y felicidad pura vale más que conocer exactamente a dónde vamos y el por qué de las cosas. Muchas veces, la mera incertidumbre es lo que nos guía hacia la mejor de nuestras opciones.

Pero creo que muy pocas y me atrevo a decir que nunca, se encuentra el balance perfecto entre la razón y el corazón; en donde se puede determinar si es destino o coincidencia. ¿Y qué si no puedo explicarlo pero lo sé? ¿Encontrarle el por qué a todo va a simplificarme la vida? Creo firmemente que la vida no es de conocerlo todo para poder ubicarme en el punto de la Tierra y tiempo para entenderla y conocer mi historia.

Por el contrario, la vida trata en cometer errores y amar sin límites. Ser guiados por el corazón aunque se nos quiebre en millones de pedazos. Es no saber si es destino o coincidencia, sino escribir nuestra propia historia. Es amar lo imposible, pero amarlo con todo lo que somos. Es morir de amor para poder morir en paz. Es ser feliz aunque sea por un momento, pero serlo completamente. Es dar todo de uno mismo, para quedarse sin nada y volver a empezar. Es sufrir por lo que uno más ama y no arrepentirse. Es vivir y regalarle vida a alguien más.

En los últimos años de mi vida, puedo decir que los últimos párrafos la resumen muy bien. He amado como nunca antes y he sufrido simultáneamente. No sé a donde va mi vida, ni me interesa saberlo. Cada momento lo viviré intensamente y daré lo mejor de mí en cada situación. En cinco años podré estar casada o viajando por el mundo junto a mi cuaderno y lápiz y no creo que el destino me arrebate mis sueños: yo me crearé a mí misma. Cada minuto de mi futuro será algo que yo atraiga con mis acciones y lo enfrentaré con la cabeza en alto.

Tan bella y dura que pueda ser la vida, para eso estamos. Para sufrir, disfrutar y sentirla. No importa si nos equivoquemos y nos caigamos muchas veces, lo importante es amar. Amar completamente y aunque nos duela al final, el simple hecho de amar y ser amado es más que suficiente para morir tranquilo. Un amor imposible no es más que una vida entera para muchos. Quizá este es mi destino o es pura coincidencia. No importa, porque es mi vida y así la quiero vivir.